Uno de los retos más grandes que el modelo social de discapacidad nos enfrenta es pensar la sexualidad. Si ya de por sí es un tema que tiene muchas implicancias y posicionamientos, cuando hablamos de personas con discapacidad puede tornarse aún más complejo y difícil. La sexualidad no se trata sólo de una dimensión relacionada a la reproducción, sino que incluye la dimensión afectiva y la dimensión identitaria que nos implican como sujetos y como familiares, amigos, educadores y personas con discapacidad.

A partir del paradigma de Derechos Humanos, es nuestro deber respetar este aspecto como también posibilitar estrategias que favorezcan el ejercicio pleno de esta dimensión constitutiva para todo ser humano. Por ello, es esencial brindar a la persona herramientas de manera explícita para un ejercicio pleno de sus derechos, tanto desde la familia, la escuela, como también desde las intervenciones terapéuticas.
En cualquier plan de trabajo para lograr abordar estas temáticas, es importante poder dar información sobre las partes del cuerpo, la menstruación, la masturbación, la exploración ginecológica, la necesidad de higiene personal, los comportamientos sociales aceptables para relacionarse sexualmente, la prevención de agresiones sexuales y los métodos anticonceptivos más frecuentes.
Para esto es necesario trabajar tanto con la persona con autismo como con la familia, entendiendo que toda intervención temprana es mejor para poder ir aprendiendo la sexualidad como un modo de comunicarse verbal y corporalmente.
Algunos aspectos fundamentales en relación a mejorar la calidad de vida son la comunicación (expresión de emociones, sentimientos, estados de ánimo, la compresión de sus propias necesidades y sentimientos); el autocuidado (rutinas de aseo, cuidado del aspecto personal); las habilidades de vida en el hogar (respeto sexual a los demás, relacionarse adecuadamente con vecinos, familiares y amigos, respeto a la intimidad, normas de convivencia); habilidades sociales (autocontrol, normas sociales, relaciones de amistad y pareja, realizar comentarios y aproximaciones apropiadas); salud y seguridad (reconocer e identificar síntomas relacionados al área genital, revisiones médicas e implicancias de los procedimientos y objetos que se utilizan en las mismas, habilidades de autodefensa para diferenciar situaciones de contacto apropiado del no apropiado).
La sexualidad es parte de una vida plena para todo ser humano por lo que debemos acompañar a las personas con TEA para que puedan acceder, también plenamente, a esta dimensión afectiva.