En 1989 los dirigentes mundiales suscribieron un compromiso histórico con todos los niños del mundo al aprobar la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, una ley internacional que se ha convertido en el acuerdo de Derechos Humanos más ampliamente ratificado de la historia y ha contribuido a transformar la vida de niños y niñas de todo el mundo.
La convención contiene una idea profunda, que los niños no son objetos de pertenencia, por tanto, ellos pueden tomar decisiones. Son seres humanos e individuos con sus propios derechos.
En nuestro país se hizo efectivo ese acuerdo con la firma y adhesión en el año 2002, así mismo con la sanción de leyes que garantizan derechos fundamentales como a la vida, a la intimidad, a la salud, a hacer deporte, a jugar, a la identidad, a los niños, niñas y adolescentes.
Las normas les dan una protección especial, pero es el Estado y la comunidad quien debe proteger el cumplimiento de cada derecho.
Los niños, niñas y adolescentes con discapacidad tienen las mismas necesidades básicas y los mismos derechos que todos los demás niños, niñas y adolescentes. Todos requieren un ambiente familiar capaz de brindarles amor y protección para crecer seguros, felices, y un medio social que los acepte y promueva su desarrollo personal, con acceso a la educación, a la salud y a la protección social que les permita crecer, desarrollar al máximo sus capacidades y contribuir positivamente en las sociedades a las que pertenecen.
Históricamente, los niños, niñas y adolescentes con discapacidad han sido parte de los grupos sociales más invisibilizados y excluidos, por lo cual, es fundamenta promover el conocimiento y la gestación en cada comunidad, de los apoyos para la eliminación de barreras, tanto, físicas como sociales, y generar conciencia, información y empatía, destacando la importancia de la existencia de espacios de recreación, de salud, de educación con posibles trayectorias escolares en cada nivel de formación, todos fundamentales para el desarrollo de la persona, de su identidad, como de habilidades sociales que permiten interactuar en comunidad, dando lugar a una real sociedad inclusiva.