En la semana del Día Mundial del Síndrome de Down desde la Dirección de Gestión para Personas con Discapacidad te invitamos a preguntarte ¿Por qué hablamos de inclusión escolar?

Distintos autores y teóricos han trazado una historia del lugar de las personas con discapacidad en la escuela y en la sociedad en general. No siempre se ha tratado a las personas con discapacidad de la misma forma. Muchas veces estos paradigmas han generado limitaciones a las personas con alguna diversidad funcional que los ha apartado de la participación social plena. Si bien son modelos históricos, encontramos que todavía persisten y conviven en la escuela y en las representaciones que nos hacemos de las personas con discapacidad.

En primer lugar, encontramos “la etapa de los inicios” caracterizado por ser un periodo de exterminio y ridículo, que podemos relacionar con el modelo de la prescindencia. Según este modelo, las personas eran consideradas como demoníacas e indeseables porque no eran útiles para su comunidad y eran eliminadas o marginadas de las mismas. Esta concepción estaba regida por un paradigma religioso y apareció durante la Antigüedad y la Edad Media.

Un segundo momento es la “etapa de institucionalización o asilo” en las que se crean zonas de marginación para las personas que no eran útiles para el sistema productivo. Se trataba de asilos y hospitales en donde se ubicaban a las personas que no eran normales y los cuidados recibidos eran escasos. Se trata de un paradigma médico religioso que regía estas prácticas. En relación a la educación especial, aparecen los primeros intentos por educar a personas con anomalías, creándose las primeras instituciones especializadas a partir de la Declaración de los derechos del hombre durante el proceso de Revolución Francesa.

Un tercer momento, es la etapa de las escuelas especiales o de la educación. Se trata de la primera vez en que se organiza una propuesta sistemática de educar a personas con diversidad funcional. Se relaciona con el paradigma médico psicométrico y tiene lugar en Europa a partir de los avances en el descubrimiento médico psicológico de los diferentes cuadros. Se puede vincular al modelo rehabilitador ya que se relaciona con poder ser incluidos en la sociedad, aunque sea desde una propuesta paternalista y protegida. Es en este momento donde se desarrolla la pedagogía diferencial.

Un cuarto momento, se trata de la integración escolar o la rehabilitación profesional en donde predomina un modelo sociológico ya que las personas con diversidad funcional tienen la posibilidad de educarse y tener derechos y deberes como el resto de los ciudadanos. Se corresponde con el modelo rehabilitador y el principio de normalización. Si bien la idea es que las personas con discapacidad funcional puedan tener los mismos derechos que el resto de las personas, no se tienen en cuenta cambios contextuales, sino que se integra a la persona a la sociedad, siendo la persona con discapacidad la que tiene que hacer los ajustes para normalizarse. Por eso, en esta etapa aparece la integración a la escuela común, pero con un maestro integrador, especial para la persona, no compartiendo los conocimientos con los demás, sino que diferencialmente. Si bien no es la escuela especial, hay un corrimiento de la “normalidad” que implica necesidades educativas especiales.

Por último, la etapa de la educación inclusiva que se corresponde con el modelo social. Se trata de un paradigma pedagógico-sociológico y de inclusión escolar. Se relaciona con la construcción de una sociedad inclusiva más allá de las diversidades que se presenten. La escuela en este ámbito debe implicar heterogeneidad para potenciar las habilidades y capacidades de cada uno ya que la pedagogía inclusiva es un enfoque que trasciende los conceptos de educación especial y común ya que se basa en el apoyo a todas las personas, según diversidad de características y necesidades de aprendizaje. El campo de la educación especial se amplía a la atención de las minorías y poblaciones marginadas, es decir, para aquellos que lo requieran. Sin embargo, la sociedad inclusiva cambia las necesidades especiales a las configuraciones de apoyo y la accesibilidad en la que se incluye a todas las personas como sujetos de derecho.

“La educación inclusiva no es un privilegio sino un derecho del alumno, derecho a pertenecer y a circular dentro de un sistema único, con los aportes de la modalidad que sea más provechosa en cada momento que permita y propicie al campo simbólico de la cultura, sin que el alumno sea rehén ni propiedad de ninguna modalidad” (Borsani, 2018, p. 75).

Por ello, desde la Dirección de Gestión para Personas con Discapacidad, invitamos a todos y todas a repensarnos en estas ideas y prácticas históricas para hacer un cambio hacia una escuela y sociedad más justas y participativas.

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