El Centro Cívico se transformó en un escenario de pura emoción con Mapping, Show de Drones y el ChocoDance a cargo de DJ Fer Palacio. Una noche que combinó tecnología, música y chocolate para cerrar la segunda jornada de la fiesta más dulce del país.

Después de vivir la emoción de la Barra de Chocolate Más Larga del Mundo, Bariloche no bajó el ritmo: siguió latiendo al compás de la alegría con una noche mágica que quedará grabada en la memoria (y en el corazón) de todos. La Fiesta del Chocolate tuvo su broche de oro con un despliegue de luces, sonidos y emociones en el Centro Cívico que hizo vibrar a residentes y turistas.
El escenario ya estaba montado, la energía se sentía en el aire y el cielo prometía un final épico. Fer Palacio, el DJ y productor furor en toda Latinoamérica, puso a bailar a grandes y chicos con una selección de hits que encendió la pista al aire libre. Desde reguetón, cumbia, cuarteto, y hasta clásicos remixados, no quedó nadie sin moverse.

Pero antes de la fiesta, el cielo y las paredes del Centro Cívico se convirtieron en lienzo para el Mapping, un espectáculo visual que mezcló tecnología, arte y emoción pura. La fachada se iluminó con imágenes que contaron una historia única: La Palabra Perdida, una narración visual que conectó a todos con la identidad barilochense.
Aplausos, lágrimas, abrazos y celulares en alto: la gente deliró con un show que fue mucho más que luces y sonido. Fue emoción en estado puro, una forma de homenajear la tradición con las herramientas del futuro.
Posterior al sow del DJ, el cielo se iluminó con un Show de Drones que dejó a todos con la boca abierta. Por primera vez en Bariloche, una gran cantidad de drones volaron en perfecta sincronía, dibujando figuras, palabras y escenas de chocolate, nieve y naturaleza.
Los drones, equipados con luces LED, crearon un ballet aéreo de colores y formas que pintaron el cielo nocturno. Familias enteras se abrazaban mirando hacia arriba, niños señalaban asombrados y las cámaras no daban abasto para capturar tanta magia.

Bariloche volvió a superar todas las expectativas. No solo por su chocolate exquisito, sino por su capacidad de unir generaciones, culturas y emociones en un evento que crece año a año. Una ciudad que se reinventa sin perder su esencia.
La Fiesta del Chocolate cerró a lo grande, con ritmo, tecnología, arte y mucha, pero mucha emoción. Porque en Bariloche, la magia no está solo en el paisaje… también está en el aire.




