Dentro de las discapacidades consideradas Intelectuales como el CEA (condición del Espectro Autista), el déficit de atención, el retraso madurativo, los síndromes genéticos neurodegenerativos, entre otros, se considera de importancia la intervención interdisciplinaria iniciada en los primeros años de vida de la persona, a partir de ciertas alertas que se pueden detectar en el desarrollo.

El profesional de salud de cabecera, y el primer encuentro social en el ámbito educativo, resultarán en un impacto emocional único y particular en la familia y en ese sujeto. Así, ante la incertidumbre, o transitar del diagnóstico, el entorno y la comunidad deberían alojar la necesidad de contención familiar e individual con una mirada amplia.
Es que el proceso de llegar a un diagnóstico provoca angustia, incertidumbre y desorientación en las familias. Por ello, proporcionar a la familia los apoyos necesarios va a reducir notoriamente su estrés y sufrimiento, ayudando a planificar los servicios comunitarios requeridos posteriormente.
En todos los casos se evidencia que es indispensable mejorar la formación de los profesionales de la educación para articular con el sector salud, intentando disminuir la edad en la que se identifica el diagnóstico de dichos trastornos.
Como características generales de cada una de estas discapacidades podemos señalar que:
a) El autismo es un trastorno del desarrollo, de origen neurobiológico, que da lugar a diferencias significativas en las habilidades que típicamente se esperan en los niños, en tres aspectos fundamentales: interacción social, comunicación verbal y no verbal y flexibilidad de intereses.
b) El Retraso Madurativo afecta a diferentes aspectos como el uso del habla, la motricidad, la socialización y el desarrollo cognitivo.
c) En los Síndromes Neurodegenerativos las células del sistema nervioso central dejan de funcionar o mueren, en ocasiones empeoran con el tiempo y no tienen cura. Pueden ser de origen genéticos o causados por un tumor o un derrame cerebral.
Pueden aparecer un listado de señales de alerta y las siguientes preguntas pueden resultar indicativas: ¿nos mira? ¿señala juguetes? ¿nos escucha bien? ¿tiene movimientos atípicos con manos, dedos? ¿comparte su interés mostrándonos algo que le interesa? ¿responde al llamado de su nombre? ¿le molestan los ruidos comunes?
Cabe destacar que mientras algunas personas con estos diagnósticos hablan con claridad otros no lo hacen, algunos se alejan de las personas mientras que otros se relacionan o intentan relacionarse, pueden ser más o menos inteligentes y presentar o no comorbilidad con otras patologías.
Ante un grupo tan amplio y diverso, es importante resaltar que todos por igual requieren de apoyo profesional, independientemente de su nivel de funcionamiento o conducta, pero, resulta claro que, la evolución se correlaciona con la edad del diagnóstico, con la intervención temprana y con la participación en entornos de inclusión.
Por ello, la Dirección de Gestión para Personas con Discapacidad del municipio aborda esta temática junto a las organizaciones y familias, para lograr visibilización, respeto y contención hacia todas las personas de la comunidad.