Se trata de la cocina comunitaria que Cáritas impulsa en el barrio Casa de Piedra, y que atravesó todo el proceso con el apoyo de la Secretaría de Producción, Innovación y Empleo del Municipio. Esta herramienta permite que pequeños elaboradores de alimentos puedan formalizar su actividad y trabajar de manera segura y productiva.
En el marco de la nueva normativa vigente para habilitar salas de elaboración comunitarias, que aprobamos desde el Municipio en octubre, un sueño se hace realidad para la cocina comunitaria de Casa de Piedra, que proyectó y puso en marcha Cáritas y ahora ya tiene en mano su habilitación.
Ese sueño se concretó gracias al impulso de Cáritas y con la capacitación y acompañamiento permanente de la Secretaría de Producción, Innovación y Empleo municipal, a través de su División de Promoción y Desarrollo Alimentario. Para Eugenia Ordoñez, titular de la Secretaría, “esto es una alegría enorme porque permite imaginar una red de cocinas comunitarias dentro del territorio, que permitiría que aquellos pequeños elaboradores de alimentos que quieran formalizar su actividad puedan hacerlo, y trabajar en forma segura, tranquila y en un marco específico y creado para este fin”.
La figura de las Salas de Elaboración Comunitaria se creó en el marco de la ordenanza de Código Único, y permite a distintos pequeños elaboradores que no cuentan con su propio espacio productivo, llevar adelante su producción legalmente y habilitar sus productos, pasando así del mercado informal a la formalidad y desarrollando su actividad con seguridad. Además, las cocinas comunitarias posibilitan la articulación entre los elaboradores que en ella producen, generando sinergias desde los trámites de habilitación de los productos, hasta la formación y la comercialización, generándose un círculo virtuoso entre los elaboradores.
La cocina comunitaria de Casa de Piedra que impulsa Cáritas atravesó un proceso de formación, capacitación técnica y asesoramiento gratuito a cargo del equipo de la División de Promoción y Desarrollo Alimentario municipal. El primer curso que se les dictó fue el de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), que se realizó con modalidad online, y luego tuvo lugar el curso de Procedimientos Operativos Estandarizados de Saneamiento (POES).
“Todo el acompañamiento que realizamos se va complementando, porque además de los espacios de formación técnica estamos presentes para ayudarlos con el cumplimiento de los requisitos para la habilitación, se ayuda a armar la grilla, a seleccionar y capacitar al coordinador, y eventualmente se abren otras puertas, como espacios de comercialización municipales como puede ser el Mercado Comunitario”, señaló Ordoñez, y resumió: “Son muchas actividades y un largo camino que nos permite llegar a este resultado, que es una verdadera alegría para ellos y para nosotros”.