Desde la Dirección de Gestión para Personas con Discapacidad de nuestra ciudad compartimos algunas prácticas que podemos llevar adelante como vecinos, para facilitar el tránsito de personas con discapacidad motriz, o con disminución visual.

La accesibilidad es uno de los temas centrales en agenda en pos del objetivo de lograr ciudades inclusivas. La accesibilidad universal presupone la estrategia de diseño universal o diseño para todas las personas, que se entiende sin perjuicio de los ajustes razonables que deban adoptarse. Las ciudades fueron planificadas, creadas, construidas, mucho tiempo antes de que la accesibilidad se presentara como un concepto necesario en la sociedad. Y si pensamos en nuestra ciudad, la geografía aporta una particularidad más, al tener calles empinadas, por estar emplazada en ladera de montañas.
Este concepto contempla, que los itinerarios peatonales no deben contar con obstáculos aislados, como, por ejemplo, faroles, semáforos, carteles de señales, paneles informativos, servicios higiénicos tales como dispenser de alcohol, papeleras o cestos, marquesinas, asientos y cualquier otro elemento de esta naturaleza, tanto los que se sitúen de forma eventual como permanente.
Es importante, como vecinos frentistas, observar que en las veredas debe garantizarse dos carriles: uno interno, destinado al tránsito peatonal, y otro externo, vecino al comienzo de la calle, en el que se puede destinar espacio al arbolado público, instalación de cestos de basura. Evitar interponer otros objetos eventuales en ambos carriles de la vereda, permiten mejorar la circulación de personas con discapacidad motriz o disminución visual.
Acciones sencillas como colocar la bolsa de residuos en los lugares indicados para hacerlo, disminuye un obstáculo al caminar. Así mismo, mantener las veredas en buenas condiciones, limpias de basura, heces de animales, y encargarse de recoger las heces de las mascotas al salir a pasear, contribuye a evitar momentos desagradables para las personas con estas discapacidades, que no siempre pueden identificar las dificultades en el camino con los recursos de apoyo utilizados para transitar. Del mismo modo, se debe evitar estacionar sobre la vereda autos, motos y bicicletas.
En base a las anteriores observaciones, se invita a la ciudadanía a pensar en que nuestras acciones cotidianas pueden constituir una barrera para otras personas. Comenzar con el cuidado de una vereda, revisar el ingreso a un local público, comercial o de atención, son acciones que contribuyen a generar conciencia para el cambio hacia la inclusión, y crear un mejor comportamiento ciudadano para todos.