Durante años, el cementerio fue testigo del descuido y el olvido. Caminos desparejos, muros deteriorados y oficinas precarias marcaban el panorama de un lugar que debería ser sinónimo de paz. Hoy, gracias a una decisión política firme y a un trabajo sostenido, ese pasado empieza a quedar atrás.
El avance del muro sobre calle Lengas, que pronto alcanzará Onelli, es un símbolo de esta transformación. Una obra que avanza con rapidez y que los vecinos celebran, porque brinda mayor seguridad a quienes visitan a sus familiares y también a los barrios linderos. Un límite físico, pero también un gesto de cuidado y respeto.
En paralelo, la oficina administrativa fue totalmente refaccionada. Un espacio nuevo, moderno, que ahora incluso cuenta con un baño interno, algo tan básico como necesario y que durante años no existía. La dignidad empieza en los detalles, y este es un ejemplo claro.
El futuro del cementerio también se proyecta en espiritualidad: ya comenzó la preparación para la obra del oratorio, un lugar de recogimiento y encuentro. Allí también llegará agua gracias a la instalación de un tanque de 500 litros que abastecerá a toda la zona administrativa. Un paso esencial para mejorar los servicios.
La seguridad también se reforzó con la incorporación de seis cámaras en la entrada principal, a las que pronto se sumará una cámara domo sobre calle Lengas. Tecnología al servicio de la tranquilidad de los vecinos y de la preservación del lugar.
El embellecimiento es otra de las claves de esta gran obra. Se está pintando todo el edificio del cementerio, que luce renovado y prolijo. Tres esculturas históricas están siendo resaltadas en el marco de este proceso, con la colaboración de la Subsecretaría de Cultura, que trabaja para otorgarles el valor patrimonial y cultural que merecen.
La obra no se detiene allí. Un ambicioso proyecto de iluminación transformará las noches del predio, otorgando claridad y seguridad. Al mismo tiempo, se avanza en un plan de agua que contempla regaderos en cada sector, con llaves de paso y canillas distribuidas estratégicamente.
El compromiso con la limpieza también se ha redoblado. Herramientas municipales y personal capacitado se suman día a día a la tarea de mantener en condiciones este espacio sagrado. La capacitación constante del personal del cementerio es parte de una mirada integral que no deja nada librado al azar.
Vecinos y vecinas expresan su gratitud por estas mejoras que no solo embellecen el lugar, sino que devuelven la tranquilidad a las familias dolientes. La seguridad, la limpieza, la luz y el agua son parte de un mismo gesto: reconocer en el cementerio un espacio de memoria y respeto.
Desde la gestión encabezada por el intendente Walter Cortés, se puso en marcha esta gran obra que muchos creían imposible. Años de abandono quedaron atrás para dar paso a un proceso que devuelve dignidad a los muertos y consuelo a los vivos.
El Cementerio Municipal de Bariloche vive un renacer. Cada ladrillo, cada brocha de pintura, cada metro de caño y cada cámara instalada son parte de un mismo mensaje: nunca más el abandono. Porque la memoria y el respeto también se construyen con obras, y esta es una obra que quedará en la historia de la ciudad.